Actualidad: El poder absoluto de nuestra justicia
Hace unos días nos enteramos como un connotado actor Colombiano de origen belga, Didier Van der Hove, fue detenido en la Ciudad de Puerto Natales, por tener relaciones sexuales con un menor de edad. Primero decir, que la relación con el jóven fue con consentimiento, inclusive, ambos aseguran que eran pareja desde hace varios meses e incluso el año pasado ya se habrían encontrado en Talcahuano; pero la legislación chilena no distingue entre relaciones consentidas y abusivas, cuando se trata de relaciones homosexuales entre un adulto y un menor de edad, por lo tanto se le acusa de abuso de menores. Creo que aquí fue su pecado mortal, no conocer la legislación del país que visitaba. Pero quién lo puede juzgar por su orientación sexual o sus relaciones íntimas.
Más aún, recalcando sus orígenes, de culturas donde para nadie es una sorpresa una relación homosexual, si hasta existe el matrimonio entre personas del mismo sexo en algunos países europeos, donde con consentimiento de las partes y siendo ambos capaz de discernir, una persona puede decidir cuál es su sexo y si ésta es la homosexualidad no tiene ninguna prohibición y menos pudor, recato, es decir algo normal.
Pero independiente a lo legal, lo realmente patético, denigrante, fue la forma, el trato vejatorio a que fue sometida esta persona, fue trasladado de tribunales con grilletes y chaleco amarillo con la inscripción de imputado, imagen que recorrió el mundo. Que justicia de mierda tenemos en este país, que fácil basurean el piso con las personas, que poca deferencia, en primer lugar esta persona no estaba imputado, ni menos reo, sólo detenido; segundo, acaso era un asesino en serie, un sicópata, un terrorista, no, ni siquiera tenía antecedentes. No es que uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario, acaso estos jueces de idoneidad a toda prueba no se darán cuenta que detrás de cada “delincuente” existe una familia, hijos, menores de edad, que puede verse bastante afectados por los hechos, o es que toda la familia que está detrás es escoria de la sociedad, que pena que todavía en este país la justicia sea un verdadero poder absoluta, que de justicia tiene poco y todavía los todopoderosos tienen el descaro de encarar al Senado por el rechazo del nombramiento del juez Alfredo Pfeiffer como integrante de la Corte Suprema, con el tremendo “prontuario” de idoneidad de moralidad con el que carga, al menos alguien le puso el cascabel al gato.
Ni hablar de nuestra Ley obsoleta, arcaica y pacata, donde este tema le quedó como poncho, calificando la acusación como sodomía, imagínense a esta altura de la civilización.
Más aún, recalcando sus orígenes, de culturas donde para nadie es una sorpresa una relación homosexual, si hasta existe el matrimonio entre personas del mismo sexo en algunos países europeos, donde con consentimiento de las partes y siendo ambos capaz de discernir, una persona puede decidir cuál es su sexo y si ésta es la homosexualidad no tiene ninguna prohibición y menos pudor, recato, es decir algo normal.
Pero independiente a lo legal, lo realmente patético, denigrante, fue la forma, el trato vejatorio a que fue sometida esta persona, fue trasladado de tribunales con grilletes y chaleco amarillo con la inscripción de imputado, imagen que recorrió el mundo. Que justicia de mierda tenemos en este país, que fácil basurean el piso con las personas, que poca deferencia, en primer lugar esta persona no estaba imputado, ni menos reo, sólo detenido; segundo, acaso era un asesino en serie, un sicópata, un terrorista, no, ni siquiera tenía antecedentes. No es que uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario, acaso estos jueces de idoneidad a toda prueba no se darán cuenta que detrás de cada “delincuente” existe una familia, hijos, menores de edad, que puede verse bastante afectados por los hechos, o es que toda la familia que está detrás es escoria de la sociedad, que pena que todavía en este país la justicia sea un verdadero poder absoluta, que de justicia tiene poco y todavía los todopoderosos tienen el descaro de encarar al Senado por el rechazo del nombramiento del juez Alfredo Pfeiffer como integrante de la Corte Suprema, con el tremendo “prontuario” de idoneidad de moralidad con el que carga, al menos alguien le puso el cascabel al gato.
Ni hablar de nuestra Ley obsoleta, arcaica y pacata, donde este tema le quedó como poncho, calificando la acusación como sodomía, imagínense a esta altura de la civilización.
marmablog@yahoo.es
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