Esa sensación que me produce Santiago

Luego de unos días en Santiago de Chile ya de regreso en casa. Como casi siempre, un viaje con mezcla de trabajo y vida social, compartiendo con la familia que migraron del sur hace décadas, como muchos provincianos buscando mejores oportunidades y visitando a los amigos que han dejado los años del ir y venir.
Quizás puede ser por tanto viaje, por que cada vez que visito la capital para realizar actividades, pernocto lejos del centro neurológico o del sector oriente, lo hago en las llamadas comunas dormitorios y debo sortear combinaciones de Metro, Transantiago, viviendo el colapso diario que millones de santiaguinos deben enfrentar con el trasporte público y no menos traumático con el transporte privado, es por esto que ya no me sorprende, ni perturba esta realidad asfixiante que con justa razón tiene estresada, por decir lo menos, a gran parte de los capitalinos.
Pero si existe una situación con la cual me cuesta lidiar, es la sensación de inseguridad. Será por ese afán, no se si malicioso o sensacionalista de los medios de comunicación que se han encargado de generar y provocar en el subconsciente de las personas un clima de inseguridad ciudadana y que uno como foráneo lo hace caminar pisando huevos por las calles del gran Santiago y desconfiar hasta de su sombra, lo que a mi criterio ha generado una psicosis que magnifica el problema. En lo personal, esta sensación de no poder caminar seguro por las calles de la capital es cien veces más traumática y estresante que viajar una hora en un vagón de Metro abarrotado de gente, o esperar pacientemente (con la paciencia de un magallánico) 20 minutos a que pase la 210.
Tal vez, sea esa la principal razón, existiendo tanta variedad de actividades culturales, sociales, deportiva, de entretención y oportunidades de todo tipo en Santiago, que siempre añoro regresar pronto a la tranquilidad de mi ciudad, en la cual puedo caminar sin preocupaciones por sus calles y sin sentir esa maldita sensación de inseguridad que tanto me perturba cuando visito la capital.
Pero si existe una situación con la cual me cuesta lidiar, es la sensación de inseguridad. Será por ese afán, no se si malicioso o sensacionalista de los medios de comunicación que se han encargado de generar y provocar en el subconsciente de las personas un clima de inseguridad ciudadana y que uno como foráneo lo hace caminar pisando huevos por las calles del gran Santiago y desconfiar hasta de su sombra, lo que a mi criterio ha generado una psicosis que magnifica el problema. En lo personal, esta sensación de no poder caminar seguro por las calles de la capital es cien veces más traumática y estresante que viajar una hora en un vagón de Metro abarrotado de gente, o esperar pacientemente (con la paciencia de un magallánico) 20 minutos a que pase la 210.
Tal vez, sea esa la principal razón, existiendo tanta variedad de actividades culturales, sociales, deportiva, de entretención y oportunidades de todo tipo en Santiago, que siempre añoro regresar pronto a la tranquilidad de mi ciudad, en la cual puedo caminar sin preocupaciones por sus calles y sin sentir esa maldita sensación de inseguridad que tanto me perturba cuando visito la capital.
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